Descripción
SEGUNDA REAL CASA DE MONEDA DE POTOSÍ
Funcionó de 1773 hasta 1825
Autores: Miguel Delgadillo Pacheco
Miguel Delgadillo Cervantes
Hasta 1732 estaba generalizada la moneda denominada macuquina, estas monedas tenían una alta proporción de riqueza intrínseca de plata por su elevada ley, presentaba problemas al circular y ser aceptadas como medio de pago por su tosco sistema de acuñación y ausencia de uniformidad en su morfología: toscas, mal troqueladas, con frecuencia recortadas con cizalla y con desajustes en el prensado; en el mundo de las monedas macuquinas lo raro es encontrar una redonda, la mayor parte de las piezas tienen contornos irregulares, improntas no homogéneas dentro del campo, sin gráfila ni cordoncillo y, con frecuencia, desajustes o diferencias en el peso de las monedas. Algunas superan los regulados 27 gramos, más frecuentes son las que no alcanzan dicho peso, oscilando entre 26 y 27 gramos, incluso con menos gramaje. No existen dos monedas macuquinas exactamente iguales por los rudimentarios métodos de labranza y troquelaje de las piezas.
Para remediar este tipo de acuñación se implantó la moneda columnaria, una de las más bellas y cotizadas de la numismática mundial de todos los tiempos. Empezó a acuñarse en Indias en 1732 en la ceca de México, labrando monedas de distintos valores con el nuevo morfotipo. Mediante una real provisión de Felipe V de 18 de septiembre de 1728, se dispuso que la nueva moneda habría de troquelarse “con el cuño de mis reales armas de castillos y leones, y en medio el escudo pequeño de las flores de lis y una granada a el pié, con la inscripción PHILIPPUS V. D. G. HISPAN. ET INDIARUM REX, y por el reverso las dos columnas coronadas con el PLUS ULTRA bañándolas unas ondas y, entre ellas, dos mundos unidos con una Corona que los ciñe, y por inscripción UTRAQUE UNUM”.
Fue adoptada para evitar confusiones y problemas con la disímil configuración de las macuquinas, “para no equivocarse” debido a que la moneda de plata indiana “estaba minorada en su peso por el uso y cercén”, aunque de hecho, y con carácter secreto -severamente penado para quien osara revelarlo- se trataba de una medida encubierta para deducir la ley de oro y de plata contenido en cada acuñación, para beneficio de la Corona con esa reducción, aparentemente mínima, que suponía millones de pesos dado el elevado volumen de plata y oro que se acuñaba en Indias. Sobre una pureza teórica de 12 dineros (equivalente a 1.000 milésimas), en el año 1732 se redujo la ley de la moneda de plata de 11 dineros y 4 granos (pureza de entonces, de 930,5 milésimas) a 11 dineros (equivalente a 916,7 milésimas). La diferencia de ley era ganancia para las arcas de la Real Hacienda.
La acuñación del nuevo tipo columnario, monedas labradas con gráfila y cordoncillo, garantizaba la unificación de un modelo que perduró hasta 1772, cuando se comenzó a troquelar en Indias la nueva moneda de busto. No todas las cecas indianas comenzaron a acuñar el morfotipo columnario en 1732, porque las nuevas matrices y maquinarias tardaron en llegar al Nuevo Mundo. Lima y Santiago de Chile comenzaron en 1751 a labrar con el nuevo modelo, Guatemala en 1754, Santa Fe de Bogotá en 1758, Potosí en 1767 y Popayán en 1769. La Real Casa de Moneda de Potosí, siguió acuñando monedas macuquinas hasta 1767, iniciando en tal fecha la labranza del tipo columnario hasta 1771, y en 1772 comenzó la acuñación de la moneda de busto.
Después de cuatro décadas se implantó en Indias un nuevo tipo de moneda, denominada moneda de busto por llevar en el anverso el torso y retrato de los monarcas reinantes. La aplicación del nuevo ejemplar daba cumplimiento a dos disposiciones regias: la primera, una real provisión remitida por vía reservada el 18 de marzo de 1771; y, sobre todo, la conocida Real Pragmática (que también fue una real provisión) fechada en Aranjuez el 29 de mayo de 1772, define con claridad el nuevo morfotipo de la moneda de busto, al tiempo que se volvía a rebajar, secretamente, de nuevo, la ley de acuñación en los dos metales. En el caso de la acuñación en plata, una vez más se redujo la pureza a 10 dineros y 20 granos (902,8 milésimas), nuevamente la Real Hacienda volvía a embolsarse cuantiosas sumas derivadas de la rebaja de la ley del metal labrado.
El peso de la moneda, sin embargo, se mantuvo en 27 gramos, con desviaciones -casi siempre a la baja- de aproximadamente hasta un 5%; el diámetro de las monedas de busto oscilaba entre 38,54 mm y 41,60 mm, esta última medida fue muy habitual en la ceca de Potosí, con frecuencia troquelaba en “flan grande”, aunque el peso fuera el mismo al disminuir el grosor de la acuñación.
A partir de 1772 las monedas columnarias indianas dejaron de labrarse, al establecer la citada Pragmática la obligación de troquelar en Indias bajo el nuevo prototipo de busto, por la cual se manda extinguir la monedade plata y oro de todas clases y que se selle a expensas del Real Erario otra de mayor perfección, con las declaraciones que contiene. En esta real disposición de 29 de mayo de 1772 se ordenaba la acuñación de la nueva moneda de busto con la representación del perfil del monarca en todos los valores monetarios, tanto en oro como en plata. En su artículo II se disponía que “toda la moneda de oro nacional que se labre, así en las Reales Casas de estos Reinos como en las de América, lleve en el anverso mi Real Busto, vestido, armado y con manto real”. En las monedas acuñadas en plata en las cecas indianas, según el artículo III “tendrá en el anverso mi real Busto vestido a la heroica, con clámide y laurel”, mientras que en las labradas en las casas de moneda peninsulares “llevará mi real Busto desnudo con una especie de manto real”.
La Real Casa de la Moneda de Potosí en el sitio que actualmente puede admirarse, tuvo un largo proceso de gestación. Al quedar incorporada a la Corona en 1750, se pensó en reedificarla, aprobándose al efecto los planos presentados por el corregidor don Ventura Santelices y Venero, en el mismo sitio que la anterior, comenzando las obras a fines de 1753. El sitio elegido tropezó con la resistencia de funcionarios y vecinos que respondían a las inspiraciones del Conde de Casa Real, argumentando que el lugar no era el apropiado, siendo conveniente el solar ocupado por la plaza del Gato o mercado.
El edificio fue autorizado a construirse por Real Cedula de 22 de diciembre de 1761, en base, según se cree, a los planos del arquitecto don Salvador de Villa, del año 1757. Pocos años después, a raíz de la intervención dispuesta por el Virrey del Perú don Manuel Amat y Junient, fue reedificada y mejorada notablemente en su estilo arquitectónico por el Superintendente interino, Oidor de la Audiencia de Charcas, don Pedro de Tagle, quien finalizó sus tareas en diciembre de 1772.
El sitio elegido estaba próximo al antiguo frente por una de sus esquinas sud a la Plaza del Regocijo y por el lado opuesto a la Plazuela de San Lorenzo. Ocupaba un solar rectangular, cuyo limite norte era la cuadra larga de Elorza y Torricos; al sud, la cuadra del Cabildo; al este, las cuadras de la Iglesia Matriz y de Ascasubi; y al oeste, las cuadras de la que fuera iglesia de la Compañía de Jesús y la del señor Tagle.
Comparándola con otras Casas de Moneda de la Península, la de Potosí las aventajaba en su tamaño y por la importancia de sus labores (M. F. Burzio).
Está considerada la construcción civil de mayor dimensión de la América Colonial. En ella se acuñaron monedas para España de 1773 a 1825, para las Provincias Unidas del Rio de la Plata en 1813 y 1815, y para la República de Bolivia de 1825 a 1951, culminando un notable ciclo en la emisión de monedas.
Solo mencionando que ocupa una superficie de 7.570 metros cuadrados y ostenta cerca de 15.000 metros cuadrados construidos se tiene una idea gráfica de su majestuosidad que se complementa con cinco patios y alrededor de doscientos ambientes. Su arquitectura barroca adquiere una vistosidad variada desde cualquier ángulo. Su portada, sus techumbres, sus balcones del primer patio, sus vigorosas paredes de piedra labrada y bolona con partes de fino ladrillo, en fin, en su conjunto aparenta una fortaleza infranqueable.
Como referencia de su prolija edificación basta recordar que en el maderamen se emplearon 450 vigas, 1.239 tijeras, 10 planchas, 820 alfajías, 20 tirantes, 120 soleras, 1.200 tablas, 2.109 tablas ordinarias, 40 tablones y 20 pearas de madera en trozo.
Cuando la enorme casa se inauguró el 31 de julio de 1773, el erudito cronista Pedro Vicente Cañete, decía:
“Todo el edificio es de piedra labrada de cantería con dos altos techados de cedro y otras excelentes maderas: muchas ventanas con rejillas de fierro y vidrieras y con pocos balcones a la calle. El primer patio se destinó para habitaciones de los ministros principales, con una casa para cada uno, dividiéndose las pertenencias de un solo corredor que tiene en cuadro. Con atajadizos de madera que las distingue por letreros de empleo a quien corresponden. Con respectiva entrada y salida por diferentes escaleras…”
Al concluirse se hizo un balance, de acuerdo a los documentos, arrojando un costo de 1.148.452 pesos y 6 reales. Los entendidos estiman que hoy en día esta suma representaría alrededor de diez millones de dólares.
Razón tenía, el Rey Carlos III de expresar al ser informado de la terminación de la obra y su costo estas palabras “todo el edificio debe estar hecho de plata pura…”
Aparte del costo monetario, en casi tres lustros, miles de obreros contribuyeron con su esfuerzo. Indígenas, albañiles, maestros, ayudantes, carpinteros, plomeros, cerrajeros, capataces sin dejar de lado supervisores, contadores, ingenieros, arquitectos. El Arquitecto Salvador de Villa, muere después de cuatro años de labor en 1764 y es reemplazado por su discípulo Luis Cabello que a su vez transfiere la responsabilidad en 1765 a Jaime San Just. La organización técnico-administrativa de la Casa de Moneda se sujetaba a estrictas reglamentaciones elaboradas en el Consejo del Rey. Comprendía el Tesorero como máxima autoridad, siguiéndole en jerarquía el Ensayador que tenía la misión de analizar las barras de plata y verificar los detalles pertinentes, colocando también las iniciales de su nombre en las monedas.
El fundidor obedecía las instrucciones del ensayador, el tallista labraba los cuños y el balanzario controlaba el peso de las monedas. Aparte de este personal se asignaban ayudantes y otros colaboradores.
Desde luego, tan delicada labor requería que cada casa de amonedación disponga de sitios para batir los cospeles de plata y convertirlos en moneda; eran hornazas donde se encontraban los acuñadores, capataces, guardias y negros esclavos e indígenas que hacían los trabajos más pesados.
Como evocación histórica quedan en la memoria colectiva los otrora familiares términos de “la moneda de martillo, la moneda a volante, la matriz, el punzón, el cuño o troquel, el cospel, el corte, el cercén, la cizalla, el blanqueado de la moneda…”.
Las monedas Columnarias fueron de acuñación más esmerada que las anteriores y de producción limitada durante cuatro años. En el anverso, muestra el Escudo de Armas, y, en el reverso, dos hemisferios coronados sobre ondas de mar, entre dos Columnas de Hércules igualmente coronadas y liadas con el Mote: PLUS ULTRA, denominándose a estas monedas de Mundos y Mares. Debido a la reforma monetaria dispuesta por el Rey Carlos III, en Aranjuez, el 29 de mayo de 1772, las CECAS americanas dejaron de acuñar estas monedas Columnarias. La Real Casa de la Moneda de Potosí, solo cuenta con cuatro piezas: 1767, 1768, 1769 y 1770.
Las monedas Columnarias y las de Busto en todos sus valores, con excepción de los cuartillos, desde el año de 1767 a 1825 llevan las letras el monograma “PTS” que representa la sigla de la CECA de Potosí, reemplazando de esta manera, a la letra “P” que llevaban las monedas Macuquinas.
Las monedas de Busto fueron de acuñación más perfecta y de gran producción, labrada con mayores técnicas y conocimientos de la época, en la nueva acuñación se incorpora la efigie del rey de España en el periodo que le corresponde, reglamentada con medidas y peso de acuerdo a su valor.
Las monedas de Busto de Carlos III y Carlos IV se caracterizan por su uniformidad, en tanto que las de Fernando VII presentaban diferencias debido a que las CECAS como México y Lima no contaron con los cuños oficiales de España, recurriendo a labrar sus troqueles propios. Sin embargo, la CECA de Potosí empleó el busto oficial y corriente salido de los troqueles peninsulares. La causa para que las Cecas de México y Lima y otras CECAS americanas acuñaran con efigies diferentes, fue debido a los acontecimientos políticos que atravesaba España con la abdicación de Carlos IV y prisión de Fernando VII.
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